lunes, 30 de agosto de 2010

El museo de Hirmes

Hirmes, el lugar donde se detuvo el tiempo.

Nadie sabe el origen de esa palabra Sus comienzos, su andar a lo largo de los siglos, siempre en silencio. Sus calles, sus casas, sus gentes, viven en la soledad más absoluta de la Alpujarra, el cantar de los ruiseñores es su acompañamiento, el murmullo de la fuente es el alma que da vida a la frondosa vega que los envuelve.

Los San Roques, la rambla, el cerro del Gavilán, el todopoderoso Cantamuros, el Trance... son accidentes geográficos que lo han protegido a lo largo de los milenios, que han visto como generaciones de diversas culturas bebían el suave néctar que brota de su tierra.

En Hirmes, Pedro Garzón y familia han hecho un museo, alpujarreño para más señas, repleto de útiles frecuentes en otras épocas y extintos hoy.